4 de septiembre de 2009

Las Jacintas

Una tal Jacinta, con tan mala suerte de ser quien es, de vivir donde vive, y de tener lo que tiene, lleva desde el 2006 privada de su libertad, debido a que ha sido acusada de secuestrar a varios agentes federales en el estado de Querétaro. Ahora descubren que tal vez las acusaciones eran "infundadas" y por lo tanto, es posible que la mujer, tenga la buena suerte de recuperar su libertad. 
Jacinta definitivamente ha tenido suerte. Y no lo digo por menospreciar el trabajo que algunas organizaciones civiles han realizado (como el centro PRODH) para defender a Jacinta, ni tampoco por hacer menos el trabajo que sus defensores habrán realizado. La cuestión es que Jacinta es una de las miles de historias: hay unas cuantas Jacintas en Veracruz, en Guerrero, en Oaxaca, en Chihuahua, en el Estado de México; hubo Jacintas en Aguas Blancas, en Acteal, en Atenco, y en tantas otras que ni siquiera habrán alcanzado a tener una nota de diez líneas en algún periódico nacional. Seguramente, hay muchas Jacintas en las cárceles hoy en día, que no tuvieron la suerte de salir, y que siguen esperando por un juicio que nunca llega, esperando entender el proceso que se lleva en su contra porque hablan otra lengua, esperando que un día la justicia de este país sea lo que debería de ser. 
Jacinta es todos y cada uno de los ciudadanos mexicanos, que no son hijos, sobrinos o nietos de algún puesto oficialmente importante del ámbito público o privado; es cada mexicano culpable de ser mexicano, y estar sometido a un sistema de justicia con tantas tareas pendientes a todos los niveles. 
Jacinta, paga una pena que todos pagamos a largo plazo, pues las injusticias que se han cometido desde hace décadas contra mujeres como ésta, y que se siguen cometiendo a diario, son los cimientos de la destrucción de nuestra sociedad. Ya estamos cosechando... ¿cuántas Jacintas más?

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