6 de septiembre de 2009

Faltan razones

Recientemente el Secretario de Hacienda, Agustín Carstens, presentó la iniciativa de subir los impuestos en plena crisis.Parece que según el Secretario, es la opción más viable y necesaria que requiere México para salir adelante. Sin embargo, los que pagamos impuestos como es debido, y que vemos como el Estado sangra nuestras nóminas o ingresos, consideramos que sería mucho más útil hacer una verdadera reforma fiscal en la que todos los que pertenecen a la economía informal, paguen sus debidas cuotas. Porque no hace falta ser muy listo, para darse cuenta de que si somos más de cien millones de mexicanos, y que posiblemente apenas una décima parte de esos cien millones pagamos impuestos, a la larga las cuentas salen mal y resulta un método insostenible. 
Además de la poca viabilidad de que unos pocos, mantengamos el barco a flote con nuestras aportaciones al Estado, resulta que no vemos claramente dónde quedan nuestros impuestos, pues es evidente que no se ven reflejados en las vialidades llenas de baches y alcantarillas destapadas; o en las ínfimas patrullas de los policías que además de estar en condiciones deplorables, son utilizables por policías que pagan cuotas para usarlas;  tampoco se reflejan nuestras aportaciones en el alumbrado público, en los servicios de salud pública ni en la educación de nuestros niños. 
Por todo esto, algunos de los que pagamos nuestros impuestos, a la más mínima posibilidad, preferimos ir a un médico privado que esperar durante horas atención en las salas de urgencias de los hospitales públicos, o peor aún, meses para poder acceder a una cirugía necesaria; preferimos que nuestros hijos ingresen a escuelas privadas (aún cuando esto no asegura un buen nivel académico), a que sean expuestos a las ya conocidas malas condiciones de infraestructura y docentes en el sistema público nacional. 
Así que cuando uno se da cuenta, no sólo sostiene unos servicios públicos deficientes sino que además gasta buena parte de sus ganancias, en acceder a servicios aparentemente más adecuados a las necesidades que se tienen. 
La cuestión a fin de cuentas es que no tenemos claro cuál es el gran incentivo para pagar impuestos. El Estado se esfuerza en ponérnoslo dífícil, porque uno tiene constantemente la sensación de que le está regalando al Estado su dinero, para que éste sea gastado en infinidad de partidas presupuestarias que se pierden en el gasto corriente de los gobiernos local, municipal, estatal o federal. Nos faltan unas cuantas buenas razones para seguir pagando impuestos a los que ya lo hacemos. 
Así que sería extraordinario que la clase política de este país, y principalmente el señor Agustín Carstens, nos soltaran una lista de buenas razones por las cuales los que siempre pagamos, no sólo tenemos que seguir pagando, sino pagar más. Razones para mantenernos en la economía formal, y no convertirnos en franeleros que a estas alturas ganan más que los universitarios. Necesitamos razones y estrategias que nos garanticen que a largo plazo, el sistema de recaudación será sostenible, y nos dará mayores resultados a todos los ciudadanos mexicanos y que podamos acceder a servicios públicos de calidad. De lo contrario, nos dejan sin opción: dejemos de pagar impuestos, porque algunos, ya no queremos (ni podemos) seguir aguantando.

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