8 de diciembre de 2011

Detrás del silencio

¡Cuánto tiempo ha pasado desde mi última entrada en el blog! Vaya que se ha sucedido rápido la vorágine de proyectos, ideas, frustraciones, necesidades de cambio y vueltas a empezar. Y más allá de sentirme terriblemente mal por abandonar durante meses este lugar y refugio, no puedo dejar de preguntarme qué tanto se quedó en los muchos borradores de entradas sin terminar y las libretitas con apuntes que se apilan en el cajón. Un montón de títulos de entradas que se quedaron sin cuerpo, o breves reflexiones que  al leerlas, percibo repetitivas, vacías o incluso incomprensibles al cabo del tiempo. 

Cuando escribir es exorcismo de hartazgo y frustración, el silencio es una gran pausa de perspectiva. Una profunda necesidad de regreso al origen y a los principios que hicieron de estas ganas de cambiar el entorno, un sentido y rumbo. Volver a preguntarse ¿por qué  y para qué? al tiempo que el desánimo se apodera de la iniciativa y la necesidad de cambio, anclándose el conformismo o el desaire de la traición. 

Una pausa que sabe a recapitulación para fortalecer la visión de los cómos congruentes; un freno a la inercia para volver la mirada atrás y conducir de nuevo el presente con el timón en mis propias manos. 

Como quien barre la entrada de casa y aprovecha para sacar el polvo que se ha ido alojando bajo los tapetes y tras los muebles, así el silencio de los meses, sólo para decir: he vuelto.

foto tomada al sur del DF

                                                                                  

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