Si hoy tuviera un espacio, convertiría mi hacer en mi única forma de decir;
diciendo que mi cerrar es mi única vía de abrir y que morir es mi limitada oportunidad de volver a nacer.
Si hoy el espacio se volviera a expandir, abriría mis brazos para dejarlo ir y así recuperarlo;
cerraría los ojos para sentirlo y buscaría a oscuras con las yemas de mis dedos para conocer.
Escucharía de nuevo con la punta de la lengua, y hablaría con lo que mis oídos fueran capaces de contar sobre el mundo que jamás he percibido.
Haría de mis manos el artífice de mis pasos, y mis hombros no serían sino el aposento para darme un breve, brevísimo instante, en el que el mundo transcurriera a un ritmo nuevo y desconocido. Mis pies acariciarían al viento y cerrarían fuerte sobre ellos, la efímera sensación de asirlo.
Si el tiempo me diera espacio, giraría todo mi ser para reconocer el misterio y recuperar la sorpresa; pensaria de nuevo lo evidente, daría lo que ya no tengo y volvería a beber del espejismo de la fantasía.
Si el espacio me diera tiempo, ofrecería lo que soy a cambio de lo que puedo ser, y desfallecería en el intento de poder ser lo que soy hoy.
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