20 de octubre de 2010

Intuición digital

A partir del reciente y continuo acercamiento que he tenido sobre la  necesidad de integrar tecnología en la educación, ha habido más de una reflexión necesaria de compartir y discutir con todas esas mentes brillantes que me he encontrado por el camino, para conocer mejor lo que esta titánica tarea significa.

No es cosa menor, detenerse a reflexionar sobre los motivos que llevan a instituciones, gobiernos y organismos de diferente índole a insistir en la necesidad de que la tecnología esté dentro de nuestras escuelas. Tampoco es menor, el esfuerzo que debemos hacer por entender con mayor profundidad los significados de la labor que pretendemos completar quienes estamos sumergidos en esta tarea. 
Se insiste en que no se trata únicamente de fierros, que es necesaria la capacitación docente, que es urgente la participación de los padres de familia, que es absolutamente indispensable el compromiso de la política pública y sus aristas gubernamentales, y varios factores que de una u otra manera influyen de manera determinante en el camino. Parece que sin chistar, muchos de nosotros asentimos a la lista de pendientes y necesidades, pues concordamos superficialmente sobre lo indispensable que nos resulta el uso de la tecnología actualmente. 
Sin embargo, ¿Conocemos las barreras que obstaculizan el camino de manera suficiente para superarlas? ¿Comprendemos a ciencia cierta las distancias generacionales que inhiben la labor tecnológica de jóvenes y adultos? 
En varias ocasiones, he sido testigo -y autora- de cómo calificamos de "intuitiva" una plataforma, página web o programa. Al ver las expresiones de algunos presentes que responden a edades más avanzadas, no he podido dejar de preguntarme realmente ¿qué significa para cada uno de nosotros, que una página web sea intuitiva? ¿Realmente nuestra intuición responde de manera indistinta a nuestra edad y generación?

Si aseguramos constantemente en el discurso, que el uso de la tecnología desarrolla diferentes habilidades, y que por ese motivo, el aprendizaje a través del uso de la tecnología no es ya una decisión, sino una necesidad: ¿es justo decirle a un adulto de 50 años que el programa que debe utilizar es intuitivo y fácil? ¿Es útil juzgar que su intuición es la misma que la de los más jóvenes? ¿Nos permite avanzar e invertir de manera asertiva en su capacitación y formación docente? ¿o en realidad es un obstáculo sustentado en nuestra forma superficial de concordar?

Si los impulsores del uso de la tecnología en la educación, nos damos el espacio para comprender las barreras antes de intentar derribarlas, tal vez podamos acertar en nuestros esfuerzos, en lugar de seguir dando palos de ciego con buenas intenciones y pocas luces. Tal vez esa intuición que damos por sentado, sea necesario repensarla en un esfuerzo de empatía, para comenzar a capacitar a nuestros docentes en una verdadera intuición digital, que por sí misma, termine con el miedo e impulse en la creación de contenidos de nuestros maestros con más experiencia.


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