Demasiada sangre en el agua, demasiada vida desgastada, demasiado esfuerzo para nada, demasiadas palabras sin vergüenza que aclaman victorias falsas.
Huelga(s) que se alimenta(n) de la ignorancia, líderes de la ceguera irresponsable, guerra de incompetencias que se sienten en las habitaciones vacías de los muertos, en los pupitres de los desaparecidos, en los pueblos y ciudades vacías de fuerza y coraje.
Éxodo de manos y mentes trabajadores, fuga de niños con sueños de superhéroe y adolescentes revolucionarios.
Manos vacías. Mentes vacias. Ideas vacías. Un montón de palabras, discursos, aplausos, cámaras... frente al monstruoso Bicentenario tambaleándose sobre la pasarela nacional de la descalificación, el chisme, la impunidad, la apatía, la ignorancia.
¿Qué seremos cuando la batalla termine y queden los desilusionados, los dolidos, los huérfanos? ¿Qué país se construye de compadrazgos, balazos e injusticia? ¿Qué futuro brilla tras el humo de los cañones? ¿Quién velará por nuestras fronteras de este lado del río? ¿De qué nos valemos para hacer frente al desarraigo?
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