28 de enero de 2010

Vivir del escándalo

Veo las letras grandes las primeras planas, y soy testigo de cómo éstas comienzan a empequeñecerse, a ubicarse en las esquinas inferiores integrándose finalmente a la vorágine de noticias que acaban siendo anécdotas hasta desaparecer. Es el ciclo de la noticia, y de ella vivimos.
El escándalo (y sin duda tragedia) de Haití, comienza a desvanecerse entre las hojas del periódico, o entre las notas de noticieros de radio y televisión. Las alianzas posibles en diferentes estados entre PAN y PRD coparon los titulares y hoy dejan ese lugar a la búsqueda de los atacantes de Salvador Cabañas. Mañana será la investigación a Mariana Gómez del Campo, las bodas y adopciones gay en el Distrito Federal, u otro camión desbarrancado del segundo piso del periférico.
La velocidad en la noticia ha determinado la velocidad de reflexión: comentamos lo que leímos, lo que escuchamos y a veces parece que se trata de ver quién escuchó la última pesquisa perdida del caso Cabañas, algún destape político o el último milagroso rescate con vida entre los escombros.
Sin embargo dejamos pasar el trasfondo de los anécdotas, sin el suficiente espacio para pensar en las causas de los titulares. ¿Cómo reconstruir un país sin liderazgo político como Haití?¿Cómo se gobierna un país que ahora cuenta con una importantísima parte de la población con amputaciones o capacidades diferentes a causa del terremoto?
¿Para quién gobernarán las alianzas ideológicamente contradictorias en caso de salir victoriosas? ¿Qué nos hace a los mexicanos capaces de aliarnos en contra de otro, pero nunca en favor de todos? ¿Cuándo no es campaña electoral en México?
¿Para qué tener reglas de operación en bares si lo único que han provocado ha sido corrupción y dinero por debajo del agua para las autoridades?¿Cómo funciona nuestro sistema policial y judicial  de manera tal que un tipo que ya estaba detenido está nuevamente libre y atenta contra la vida de otra persona? ¿Por qué sólo armamos escándalos cuando se trata de famosos?
Si pensamos a la velocidad de los titulares, se nos pasa por alto el fondo de los escándalos, que en buena parte de los casos solo reflejan nuestra ignorancia por la realidad en la que vivimos.

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