23 de octubre de 2009

Apariencias de la izquierda

Me considero una persona de izquierdas, pues creo que debe prevalecer interés social sobre el interés individual; creo que los principales valores que debemos perseguir como sociedad y como país para  desarrollarnos, son la justicia y la equidad principalmente, de manera que las oportunidades sean cada vez más abiertas para cualquier ciudadano independientemente de la comunidad, región o estado en el que viva. Creo que el Estado tiene un papel fundamental en las relaciones que se establecen de manera económica en la sociedad, y que no son únicamente las tendencias mercantiles las que deben dictar el vaiven de los acontecimientos nacionales.
Por esto mismo, siento una terrible frustración cuando tengo oportunidad de leer, escuchar o ver las acciones llevadas a cabo por la izquierda mexicana, en presunta representación de los que compartimos el sentir social. Los partidos y líderes de esta tendencia política, defienden una serie de causas y luchas que nublan la responsabilidad política que tienen como grupos o partidos.
Los grupos de izquierda, se unen por ejemplo en estos días, a las manifestaciones de repudio del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) al decreto por el cual desapareció Luz y Fuerza del Centro (LyFC). Los argumentos para desaparecer la Eléctrica, son abrumadores por el lado que se mire. Sin duda, la decisión tiene un trasfondo que a pocos se les escapa en relación a la situación sindical en México, así como los intereses políticos evidentes. Sin embargo, los grupos de izquierda lejos de invitar a una reflexión a fondo sobre los sindicatos, el desempleo generado u otras consecuencias de la decisión, se unen a las marchas y acciones en vías de radicalización para demandar un retroceso en el decreto.
A un ciudadano como yo, en circunstancias como este ejemplo, le parece que la izquierda defiende lo indefendible, siempre y cuando implique fuerza en las calles en contra del partido en el gobierno. Parece que la izquierda, es una revoltura que va desde el más férreo anarquista hasta a aquel que no tiene nada que ver, o incluso ni siquiera le gusta la política, sino el argüende. Estar en desacuerdo por estarlo. Parece además en el discurso de algunos, que estamos todavía defendiendo un socialismo previo a la caída del Muro de Berlín. ¿Será esto posible?
Algunos (y no creo que seamos pocos), nos interesa una verdadera izquierda en nuestro país, que pueda poner las bases de un debate real sobre la función del Estado en el desenvolvimiento de nuestra realidad. Esperamos una izquierda fuerte, capaz de poner cara a las posiciones conservadoras y radicales, que se cuelan y prevalecen en los debates actuales sobre aborto, financiación del Estado, gasto social y un sinfín de temas pendientes en la agenda. Esperamos una izquierda madura, en la que haya de forma equilibrada una aceptación del presente globalizado y tecnológico (con los poderes que eso implica), con la lucha por la justicia y la equidad social.
Seguimos esperando, mientras vemos como aparece en escena nuestra raquítica y vieja izquierda, teñida de incomprensión e incapacidad para dialogar. Sin duda esta apariencia, pone de manifiesto además, un problema de mayor profundidad en nuestro país: la intolerancia.

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