8 de abril de 2011

El dolor del poeta

Cada muerto es una espina más para una sociedad agonizante de esperanza y llena de un pasivo conformismo. Los cadáveres se cuentan en imposibles planes por realizar y truncos profesionales, ciudadanos, padres de familia con la fuerza de transformar el país en el que viven. 
¿Fue el poeta el del mayor dolor? ¿Fue acaso su hijo el más relevante de  entre las víctimas? Al contrario, su convocatoria y eco, resuenan por el dolor que sus palabras expresan de manera diferente, haciéndose tangible la pérdida; mostrándose cercana y nuestra. 
Cada vez que la muerte encuentra eco en formas de manifestarse distinas, resuena con fuerza en la sociedad mexicana dando visibilidad a la tragedia y  extinguiéndose después al paso de una inercia estadística que deja de mostrar el rostro de los caídos.
El dolor del poeta, encontró en la cotidiana "hasta la madre", la fuerza del sentir empático; resignificó la expresión vacía diaria, en un motivo para sacar a muchas -y nunca suficientes- personas a la calle. 
El dolor del poeta, se instaló en las palabras que sobrecogieron y que  desaperecen  efímeramente de las plazas y consignas, para cerrar la puerta de casa, esperando y rezando, que no sean ellos los próximos dueños del dolor del poeta sin la capacidad de expresar con eco, que se trata en cada uno, de una tragedia.

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