2 de marzo de 2011

Educar para crear lugares

Uno de los pocos aprendizajes que me quedaron de mis clases de Estética en la Universidad, fue la amplitud del concepto lugar, y cómo éste es creado como espacio donde se abre un nuevo mundo lleno de posibilidades.
Esta mañana, Ximena Dávila en el Encuentro Diálogos por la Educación mencionaba la necesidad de dar un paso adelante, y permitirnos el espacio y el tiempo para poder mirar(nos) y reconocer el lugar que ocupamos, observar nuestro propio nicho, para reconsiderar la grandísima importancia de nuestras acciones -y por ende, nuestras omisiones-.
Desde el ámbito educativo la relevancia de mirar(se) como facilitador de aprendizajes parece tan necesario como inevitable. Pero no sólo para revalorizar el papel protagónico como guía en la construcción de saber que tiene el docente, sino como mentor en el proceso de construcción de nuevos lugares: espacios llenos de nuevos significados y lenguajes. En la medida en la que contamos con docentes que pueden  asumirse como protagonistas del proceso educativo, es posible considerar que la educación es también un proceso que invita al reconocimiento de los límites actuales que tiene la realidad -o uno mismo-, y la capacidad y posibilidad de cada persona, para transformarlos y modificarlos. 
La relevancia social de un proceso educativo determinado por estas condiciones, adquiere un nuevo sentido, pues más allá de los saberes y habilidades para hacer, supone una posibilidad de ser diferentes, y por tanto, vivir en una realidad proporcionalmente diferente a la actual. Nos daríamos la oportunidad así, de vivir en un país, en el que la realidad no "es como es" sino "es como la construimos" y si queremos que sea diferente, no queda más que reconocer nuestras propias fronteras y límites, para darnos la oportunidad de crear espacios nuevos, frescos, libres y nuestros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario