30 de enero de 2011

La dictadura de la indiferencia

Hoy es un día especial e importante. Mientras Guerrero se enfrenta a las urnas en un clima intranquilo y violento para decidir entre opciones disfrazadas como diferentes, en Egipto siguen las movilizaciones ciudadanas contra su régimen y construyen una nueva oportunidad.
Durante las últimas semanas, hemos asistido con expectación al desenvolvimiento de las revueltas en Túnez y Egipto, pendientes de las reacciones y condiciones que se van generando en esos países y los aledaños que se sienten amenazados de pronto con los acontecimientos. Al mismo tiempo, hemos asistido a la vergonzosa campaña electoral y riñas internas entre alianzas, partidos y protagonistas en Guerrero, antesala de lo que nos depara el 2012. 
Hace 10 años los mexicanos asistimos a un cambio que consideramos en su momento fundamental y clave para la transición democrática en nuestro país. Pensamos que la alternancia en el gobierno, sería el principio de un proceso que habría de cambiar viejas estructuras y vicios arraigados; que el orden de las cosas iría siendo más abierto, plural y libre. Poco a poco hemos ido advirtiendo que ese cambio no se ha dado como esperábamos y en la coyuntura actual, estamos lamentablemente al borde de "elegir" (si es que así se le puede llamar) volver a los protagonistas anteriores a la alternancia, con la única esperanza, de que vuelva la estabilidad y que los que recuperen el poder, hayan aprendido algo en esta década. 
Así las cosas, es clave volver la mirada y preguntarnos si no erramos el diagnóstico nacional sobre la dictadura perfecta, pues ¿que no es la indiferencia la que sigue atando nuestras manos  y silenciando nuestras voces?
El verdadero poder que controla y mantiene el (des)orden nacional, con alternancia o sin ella, es la indiferencia de los ciudadanos, que no sentimos como nuestras las muertes injustas, que no vivimos como nuestra la miseria, la ignorancia, la mediocridad, la corrupción. Los grilletes de este país los colocamos los individuos carentes de ciudadanía, sobreviviendo como si no hubiera nada que ganar y todo por perder.
El espejo egipcio, muestra que no tenemos nada contra quien levantarnos, porque no es el gobierno actual nuestro enemigo, sino nuestra capacidad de engañarnos con la idea de que no es nuestro problema y no somos responsables. Así los cambios son difíciles de ser generados, requieren más valor que pararse frente a los militares, y parece que en ese sentido, seguimos siendo demasiado cobardes.

1 comentario:

  1. Muy buena reflexión Dany. Concuerdo completamente contigo.

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