Ante la aprehensión de Édgar Valdez alias "la barbie" se sucedieron una serie de comentarios, anécdotas, chistes e intrigas sobre su persona y oficio, pero si algo me llamó la atención, fue la reacción colectiva a su sonrisa de pose fotográfica junto a los agentes sin rostro que lo custodiaban. Las explicaciones a tal actitud se sucedieron: sociópata, piscópata, cínico y seguramente varios otros que no alcancé a leer ni escuchar. No dudo que en ciertos programas de televisión se haya consultado a un psicólogo experto que nos desvele lo que se oculta detrás de esa mirada y sonrisa, que a más de uno nos han puesto la piel de gallina.
Sin ánimo de descubrir el hilo negro sobre su comportamiento y los entrecijos de su psique, me atrevo a decir que el escalofrío que nos recorre el cuerpo al ver su fotografía, tiene una raíz más profunda que la sospecha y conocimiento de su maldad.
El gesto indiferente ante el circo mediático de la entrada en el terreno de la legalidad, creo que desvela la verdadera actitud de millones de mexicanos, pues ¿qué significa dar mordida a la policía, o hacer fraude o dejar de pagar impuestos, si no es reírse de la ley? ¿Qué no hemos visto en esa sonrisa un reflejo de nuestras propias actitudes y costumbres sociales del "así ha sido siempre"? ¿Qué no ha sido por unos días el centro de nuestra atención el cinismo del que en el fondo todos somos cómplices?
Tal vez deberíamos escudriñar con más atención nuestro propio desprecio ante el bien común, antes de juzgar de sociópata la risa que nos erizó la piel.
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